El programa de armamento más caro del Pentágono, víctima de los hackers

Blindar por completo la información es una misión casi imposible. Ni siquiera cuando se cuenta con un presupuesto de 232.000 millones de euros. Esto es lo que le acaba de pasar al Pentágono, la sede más conocida del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Claro que la entidad militar es el reto máximo para cualquier hacker que se precie.

Sobre todo si lo que se trae entre manos es el proyecto Joint Strike Fighter, responsable de la fabricación del caza F-35. Un programa cuyo coste asciende a los 300.000 millones de dólares, unos 232.000 millones de euros. Una cifra que hace parecer ridículos los 38,6 millones de euros que gasta el Pentágono en diseñar sus propios videojuegos.

Los piratas no invadieron de forma directa los ordenadores del Pentágono. Obtuvieron los datos a través de las empresas relacionadas con el proyecto, Lockheed Martin, Northrop Grumman y BAE Systems. Las tres compañías han rehusado hacer declaraciones al respecto. Al parecer, el botín incluye la copia de documentos que revelan aspectos del diseño y de los sistemas electrónicos.

En los últimos seis meses se ha incrementado el número de ataques. Incluso se produjo un asalto al sistema de control de tráfico aéreo del Air Force One, el avión del presidente. El responsable del informe sobre las intrusiones afirma que “nunca había sucedido nada igual“. Y es que los objetivos se multiplican y alcanzan a organismos civiles, militares y entidades privadas.

Al parecer, es imposible determinar con certeza la identidad de los piratas y el alcance de los daños, tanto desde el punto de vista de la seguridad como financiero. Sin embargo, por fortuna para los norteamericanos, los datos más sensibles se hallaban a salvo en equipos no conectados a la Red.

Algunos oficiales estadounidenses señalan que el origen de los ataques podría situarse en China. Además, un dossier del Pentágono indica que el país asiático experimenta “continuos progresos” en su tecnología armamentística. Por su parte, desde la Embajada China se han defendido y afirman que su país “se opone y prohíbe cualquier forma de cibercrimen“. Aseguran que el informe del Pentágono es producto de una mentalidad atrasada, propia de la Guerra Fría.

Mientras, Estados Unidos carece de una unidad única que se responsabilice de la protección contra delitos informáticos. La nueva administración de Obama parece inclinada a solucionar el problema mediante la creación de un nuevo puesto. Se trataría de un funcionario experto en seguridad que actuaría en coordinación con la policía y las fuerzas militares.

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